Resuelto el asunto de las carreras, viví un temporada con Gloria en la zona de La Latina, en Madrid. Aparte de trabajos esporádicos, algunas prácticas de Periodismo como en la Agencia Efe, en la calle Espronceda, trabajé una temporada en un tienda de firma en Ortega y Gasset. También y aleatoriamente desde los catorce años en que mi padre me obsequió con unas acciones del Banco de Santander hice incursiones, a veces muy exitosas, otras frenéticamente fallidas en el entramado del trading de futuros, casi siempre de modo independiente, en alguna ocasión colaborando con Agencias de inversión como la del Commerze Bank en el equipo de Miguel Ángel Cicuéndez, mi jefe y que resultó ser primo de mi primera novia, casualidades mil, algo arquetípico en el mundo kármico que destila la energía de la Serpiente, mi energía rectora y principal por año de nacimiento.
Fue una fase de muchas idas y venidas. El rock and roll post adolescente corriendo por mis venas. Viajes y tumbos. Tumbos y viajes. A partir de dos mil dos, Barcelona fue mi centro de operaciones, trabajando como freelance para revistas y periódicos. Hacía mis propias fotografías, aunque nunca me entusiasmó tanto el mundo del retrato como para dar el salto técnico.
Ahí comencé a integrar otro tipo de conocimientos: terapia craneosacral, flores de Bach, reiki, masaje profundo, feng shui y todo tipo de conocimientos alternativos: meditación trascendental, tao, tai chi, yoga, ayurveda, macrobiótica que me hicieron contemplar un panorama distinto al que mis orígenes me inculcaron. Tarde o temprano la energía lunar impone su ritmo al caminante y fabrica, si le dejas su propio camino. En mi caso con la pareja de lo Oculto, como combinación principal y entre año y mes, no era difícil entrever que mi leit motiv no iría por la vertiente más convencional de la película.